Un árbol nuevo nace en Brooklyn
Alejandro Enríquez narra el florecimiento de las Fraternidades Jesús de Nazaret
NOTA EDITORIAL
HTI Open Plaza presenta la primera publicación en la serie dedicada al Encuentro Continental Fraternidad Secular San Carlos de Foucauld, realizado en Medellín, Colombia del 27 de noviembre al 2 de diciembre del 2023. Una versión del siguiente escrito fue presentada en este encuentro por Alejandro Enríquez, delegado de la Iglesia Transfiguración (Brooklyn, New York, EEUU).
Leyendo uno de los libros de Carlos (Charles) de Foucauld, me encontré con algo que me llamó la atención.
En 1906, cuando vivía en Tamanrasset, Argelia, el mártir francés decía, suplicándole a Dios:
“Sólo lamento que aún estoy solo…Trata de enviarme algunos hermanos…me complacería tanto tener un compañero llamado a ser mi sucesor…” –Charles De Foucauld, Escritos esenciales (Editorial Sal Terrae, 2001)
Sus lamentos fueron escuchados.
Nosotros somos esos hermanos, nosotros somos esos compañeros, nosotros somos esos sucesores.
De desierto a oasis
Emigré de México a los Estados Unidos en 1974, a los 15 años.
Cruzamos a pie por Tijuana—mi hermana de 14 y mi padre—para llegar a San Diego, California. De ahí agarramos un avión a la ciudad de Nueva York.
Mi hermana trabajó en una fábrica de textiles y ahí la detuvieron agentes de inmigración por no tener documentos. Pero como era menor de edad, no la pudieron deportar. Para arreglar el problema, mi padre tuvo que entregarse y fue deportado a México. Entonces quedamos mi hermana y yo, solos en un apartamento en Manhattan y tuvimos que recurrir a un tío que vivía en Brooklyn.
Nuestras primeras visitas a la parroquia Transfiguración fueron para las misas de los domingos. Yo prestaba atención a las homilías del sacerdote. Así transcurría el tiempo, y siempre escuchaba en la predicación de los domingos, dichos como: “hacerse uno con los más pobres” y “presencia a Dios y presencia a la gente.” Pasaron así dos años, y yo no entendía nada de lo que el sacerdote quería decir, frases como “uno con los más pobres.” Hablaba sobre las injusticias hacia el obrero y en el trabajo. Hablaba sobre el materialismo y el neopaganismo. Tocaba el tema de la inmigración, que en ese entonces también estaba haciendo redadas. Hablaba de la Legión de María (de la cual mi tío era miembro) y hablaba de unas Fraternidades.
Pero tuvo que suceder algo más en mi vida para que yo fuera verdaderamente parte de aquella Familia de la Transfiguración. Llegó un momento en que tuve que independizarme de mis tíos–es una historia larguísima. Decidimos que era mejor que mi hermana regresara a México para yo no tener compromiso con ella, ya que yo era muy joven. Quedé solo y desamparado a mis 16 años. No sabía qué hacer. Entonces me puse a pensar de las prédicas de los domingos y se me vino a la mente lo que el padre decía–“presencia a la gente.” Y me dije: “Ya sé. Me voy a ir a ver al padre y le voy a decir que necesito ayuda.”
Me presenté a la casa parroquial. El sacerdote me hizo pasar hasta la cocina y, mientras yo le explicaba cuál era mi situación, él preparaba sus sagrados alimentos para la hora del almuerzo. Tan pronto terminó, sin preguntarme si tenía hambre, me sirvió un plato de lo que había preparado. Comimos juntos y me hizo sentir como nunca antes me había sentido: querido, amado, importante. Me di cuenta de que no estaba solo, que había encontrado a un verdadero padre. Mirándome los ojos, me dijo: “Muchacho, bienvenido a la familia. Puedes mudarte cuando quieras.” Lloré de alegría al escuchar aquellas palabras que salían de su boca, pues no lo podía creer.
Me mudé al día siguiente.
No solo me dio albergue en la casa parroquial sino también me ofreció trabajo de mantenimiento en la iglesia y en la escuela de la parroquia.
Mi sorpresa fue grande cuando llegué a la casa, pues ya vivían ahí dos hermanos—un dominicano y un puertorriqueño. Yo fui el primer inmigrante mexicano y poco a poco, el padre iba recibiendo más hijos inmigrantes. Así que ahora tenía yo más hermanos–y nos seguíamos multiplicando en ese entonces. Algunas veces éramos 15, otras veces 20. Veníamos de diferentes países, cada uno con diferentes problemas: México, El Salvador, Nicaragua, Guatemala, el continente del África y otras partes de Centroamérica. El sacerdote nos daba albergue y nos alimentaba hasta que consiguiéramos trabajo para poder cubrir nuestras necesidades.
Alejandro, su hermana y hermanito en México, 1970s. Cortesía de Alejandro Enríquez
Residentes de la casa parroquial, la mayoría inmigrantes de Latinoamérica, Brooklyn, NY, 1980s. Cortesía de la Iglesia Transfiguración
Todo esto el sacerdote lo hacía “con mucho amor” y me daba cuenta que lo hacía sin obligarnos a nada. Lo que él quería era que nosotros nos sintiéramos a gusto y contentos, como una familia dentro de la casa parroquial, que todos fuéramos uno.
Él nos decía: “Yo no tengo esposa. No tengo hijos. Pero todos ustedes son mis hijos.”
Me aceptó como un hijo y como parte de una gran familia. Fue como una gallina que empezaba a juntar sus polluelos.
Fue en ese momento cuando empecé a comprender los dichos y las prédicas de las misas de los domingos. Nos enseñó a querernos como verdaderos hermanos, a comer juntos, especialmente los sábados, en Acción de Gracias, en la Navidad, en el Año Nuevo y en muchas ocasiones más.
También él aprendió a comer nuestras comidas: picantes preparadas por nuestras manos, las tostadas, el pozole, los tacos, las pupusas y muchas variedades más. Pero lo más bello y lindo era verlo disfrutar nuestras comidas. Nunca dijo, esto no me gusta o esto está muy picante. Recuerdo su apartamento en la calle Sur 3, cuando preparaba sus habas verdes con jamón; las veces que fuimos de retiro a la casa Tabor fuera de la ciudad y preparábamos la finca para sembrar las verduras; cuando íbamos a la playa en el mes de mayo; muchas veces pescábamos juntos en el río.
Pero el recuerdo más grande que llevo dentro de mí es cuando tenía 17 años y estuve enfermo en cama, viviendo en el cuarto piso de la casa parroquial, y él subió muchas veces. Pero en unas de ellas, subió con un plato de sopa y un vaso de jugo. Se sentó en unas de las sillas y me dijo, “Muchacho, tú no puedes estar sin comer. Tienes que comer algo.”
Así es como él predicaba el evangelio, con hechos, y todo lo hacía por puro amor.
Los Sures
La parroquia Transfiguración está ubicada en Williamsburg, Brooklyn, entre una comunidad judía ortodoxa por un lado y por el otro una comunidad mayormente hispana, conocida hoy como “Los Sures.” En décadas anteriores, Los Sures era uno de los peores barrios de Nueva York.
El documental Los Sures muestra un retrato de lo que era el vecindario en los años 80…
Los Sures (dir. Diego Echevarría, 1984)
Sin embargo, como se menciona en el documental, también existía en esta comunidad el amor.
Así pasaron cinco años, hasta que me casé. Tuve la dicha de que aquel sacerdote samaritano de la Transfiguración celebrara la ceremonia. Él, muy orgulloso, me decía, “Estoy muy contento de que mi primer hijo se me casa.”
Para ese entonces, yo visitaba una Fraternidad, y ellos fueron los que se encargaron de todos los preparativos. Me sentía triste de tener que marcharme de la casa parroquial y ya no poder estar al lado de mi padre, el hombre que me enseñó mucho con su “estilo de vida,” “hombre de fe y oración.” Mi esposa Petra y yo fuimos muy bien recibidos en nuestra segunda familia, que es la Fraternidad, y desde entonces, todos los miembros nos hemos querido como verdaderos hermanos.
La Fraternidad es un estilo de vida único, en donde todos tratamos de vivir el evangelio en medio de tantas dificultades. Pero como decía el sacerdote: “No es fácil, pero hay que seguir en la lucha.”
El tiempo pasaba, y Dios nos mandó tres hijas. Cada vez que nacía una, el sacerdote decía, “Ésta es mi nieta, y estoy muy orgulloso de que la familia siga creciendo.”
Mis hijas iban creciendo y aprendiendo de este “estilo de vida,” del cual su ‘abuelo’ nos hablaba. Gracias a la semilla que él dejó sembrada, ellas siguen activas en la parroquia.
En casa de la Familia Enríquez, Brooklyn, NY, 2023.
Este sacerdote que dejó huellas de amor en nuestras vidas, la persona que sembró la semilla y dio fruto se llamaba Bryan Karvelis. Solo me resta decir: Gracias, Bryan, por haberme dado esa gran oportunidad de vivir y compartir momentos tan bellos e inolvidables. Siempre dando su servicio a los demás, me enseñó a tener paciencia ante las dificultades de la vida. Su enfermedad luego requirió de mucha más paciencia y aceptación.
Ese es el hombre de fe que yo conocí; el que me brindó casa, comida y calzado; el que dejaba de comer para que sus hijos comieran. Solo quiso que la iglesia siguiera el evangelio, sin apegarse a las cosas materiales y sin buscar honores. Solo buscaba imitar a Jesús de Nazaret.
En su historia también encontramos la historia de la primera fraternidad de Jesus Caritas en los Estados Unidos, y a la vez, la historia de una comunidad latina que, en fraternidad, llevamos la cruz sobre nuestro corazón.
Padre Bryan Karvelis
Se abre en el año 1956, el día 2 de junio: Un joven llamado Bryan Karvelis ha sido ordenado al sacerdocio.
Poco después de haber sido ordenado, recibió su primera–y única–asignación de sacerdocio a servir en la parroquia de la Transfiguración. Bryan vino a la iglesia, la cual iba a ser su hogar por los siguientes 50 años, una comunidad de americanos.
En 1958, empezaron a llegar a la parroquia puertorriqueños; muchos habían llegado al continente años antes para trabajar durante la Segunda Guerra Mundial. Bryan, siendo irlandés, pronto tuvo que aprender español.
Empezó a formar grupos cuyo centro, por supuesto, era Jesús: un grupo de la liturgia; un coro, el cual él personalmente dirigía; La Legión de María; El Sagrado Corazón; El Santo Nombre.
Desafío: “Las gangas”
A finales de los años 1958 y entrando al 1960, se estaban formando pandillas en Los Sures, algunas más tarde compuestas por veteranos de la guerra de Vietnam. Y había guerra entre pandillas–peleas, muertes. Bryan tuvo que intervenir–después de tantos intentos, logró convencerlos a buscar la paz. Fundó clubes sociales. Estos eran grupos de jóvenes que se reunían semanalmente en el centro de la parroquia, y para diferenciarlos de qué pandilla pertenecían–por supuesto, en la parroquia–fueron conocidos con nombres como: Los Romanos, Los Corintios, Los Gálatas, Los Efesios, Los Filipenses, y otros.
Gracias a Bryan, que estaba realmente preocupado, no solamente con la juventud pero también con el hecho de que la iglesia no tenía ninguna presencia física en Los Sures, donde vivían familias hispanas que no participaban en la parroquia y donde se vendía todo tipo de droga y donde dominaban las pandillas.
Imagen: Albert Ortero, ex-miembro de pandilla, trabajó con P. Bryan Karvelis para establecer el grupo de jóvenes Los Corintios; ca. 1959. Fuente: New York City Fighting Gang
En el corazón de las masas (1952) de René Voillaume, copia personal de Bryan Karvelis. Cortesía de la Iglesia Transfiguración
Jesús Caritas
También en 1959, Bryan ayudaba a formar los Hermanitos de la Palabra, la primera rama de Jesús Cáritas en los Estados Unidos. En una carta al boletín de Familias Carlos de Foucauld en 1997, cuenta él lo siguiente:
“Bien me acuerdo de aquel momento de gracia. Nosotros habíamos formado un grupo de sacerdotes jóvenes que se reunían mensualmente para rezar y apoyarse espiritualmente.
“Todos nosotros experimentábamos el choque de la pérdida de los apoyos del seminario, para la vida espiritual ya que estábamos metidos en el corre-corre del trabajo pastoral en una parroquia. Precisamente en una de aquellas reuniones uno de nuestros hermanos llegó y lanzo en la mesa un libro: En el corazón de las masas de Rene Voillaume. Dijo: ‘Yo voy a juntarme a esta fraternidad aunque ninguno de ustedes quiera seguirme. Se trata de un sacerdote francés, un Carlos de Foucauld, que quería vivir como contemplativo mientras estaba metido entre los más pobres.’
“En ese instante, yo sabía que esta era mi vocación. Yo ya estaba tratando de llevar esa clase de vida. Estaba luchando para vivir una vida de oración contemplativa y también estaba tratando de hacerme uno con nuestros pobres emigrantes de Puerto Rico que estaban llegando en gran número a mi parroquia. ¡He aquí, este Carlos de Foucauld había desarrollado toda una espiritualidad sobre esa base y yo sabía que esta era mi vocación dentro de una vocación! Todos nosotros nos integramos a la fraternidad y [el Padre] Jacques Leclerc vino de Montreal para visitarnos y animarnos” (Bryan Karvelis, Boletín Iesus Caritas 112, 1997).
“En la lucha”
En 1965, Bryan quiso experimentar en vivir y sentir la pobreza en carne propia. Obtuvo un permiso para vivir en un apartamento en Los Sures. Allá, sintió que verdaderamente podría ser un hermano entre sus otros hermanos, compartiendo las luchas que envuelve la vida en un apartamento pequeño–falta de privacidad, falta de calefacción o con demasiado mucho calor, las cucarachas. Su experiencia no solo ayudó a Bryan a vivir su modo especial de seguir a Jesús, sino también ayudó a que la comunidad lo viera como “nuestro hermano Bryan.”
Nuestro hermano Bryan quería compartir ese tesoro, el cual había descubierto a través de la Fraternidad Hermanitos de La Palabra. De este modo dieron inicio las Fraternidades de Jesús de Nazaret en la parroquia.
El Padre Bryan Karvelis en su oficina parroquial, Brooklyn, NY, 1987. Cortesía de la Iglesia Transfiguración
A New Tree Grows in Brooklyn [Un árbol nuevo nace en Brooklyn] de Bryan J. Karvelis cuenta la historia de las Fraternidades Jesús de Nazaret. El título está inspirado en la novela de Betty Smith, A Tree Grows in Brooklyn [Un árbol crece en Brooklyn] (1943).
Para el año 1983, se dio cuenta de que era necesario dejar el apartamento en Los Sures y regresar a la casa parroquial. La razón: desde Centroamérica estaban llegando al vecindario jóvenes que venían huyendo—o hasta eran miembros—de las guerrillas, otros buscando una vida mejor, todos buscando un lugar donde vivir. A pesar de la inquietud inicial de la Diócesis, Bryan nos permitió vivir en la casa parroquial. De uno en uno, reunió hasta 35 jóvenes y los llamaba “mis hijos”—y yo soy unos de ellos.
Escuchemos la experiencia de Bryan en su propia voz…
En la lucha (dir. Javier Bosque y Jesús Bosque, 2001)
Voy a ser hincapié en ciertos puntos que Bryan toca pero no detalla en el video.
No fue nada fácil para él convivir con esos jóvenes, muchos que fueron, por ejemplo, guerrilleros y cabos en El Salvador. Incluso, uno de Nicaragua dijo, “No me cuesta nada matar uno más, pues en Nicaragua, ya maté 26.” Ni menciona Bryan en el video los Marielitos que llegaron de Cuba, entre ellos dos hermanos que entre ellos mismos se acuchillaron.
Como dijo Bryan: “Se desarrolló en frente de mis ojos exactamente como yo quería–vivir con los más pobres, quería vivir con los hermanos hispanos, y eso Dios me lo regaló.”
Algo que también comenta es: “En 25 años, no sé a dónde estaremos.”
Pues ya los cumplimos y las Fraternidades seguimos vivas, llenas del Espíritu Santo.
Folleto distribuido durante la celebración del décimo segundo aniversario de la muerte del Monseñor. Bryan Karvelis (1930-2005), Brooklyn, NY, 2017. Enumera los ministerios que fundó en la parroquia entre 1956 y 2005. Cortesía de la Iglesia Transfiguración
Ministerios
En todos los intentos de Bryan de servir y mejorar las vidas de la gente del área, especialmente de los más pobres y necesitados, enfocaba su propia vida espiritual y su relación con Jesús y su Evangelio.
La Misión - 1964
Pero solo no podía. Entonces Bryan pensó en formar un grupo de misión para tratar con los problemas de servicios sociales y la falta de viviendas, particularmente para el bienestar público. Éste fue el comienzo de La Misión (Southside Mission), la cual, desde 1964, sigue ofreciendo servicios a nuestra comunidad en varias formas.
“Southside Mission at Williamsburg's Transfiguration” [Southside Mission en la Transfiguración de Williamsburg],” Currents News, 2015
Las Fraternidades - 1967
Inspirado por la Fraternidad Hermanitos de La Palabra, Bryan inició las Fraternidades de Jesús de Nazaret en la parroquia. A eso de 1965 o 1967, logró formar cuatro grupos de Fraternidades que se reunían semanalmente en los hogares de miembros. Muchos de los miembros habían hecho el Cursillo de Cristiandad. Las Fraternidades seguían creciendo y con el tiempo se formaron 17 fraternidades en nuestra parroquia. Para 2015, llegamos a tener más de 160 miembros.
La idea de las Fraternidades era para un propósito particular: buscar a Jesús juntos, haciendo presencia frecuente a Dios en prolongada oración contemplativa y presencia a otros, especialmente a los más pobres y necesitados. “En la atmósfera neo-pagana en que vivimos hoy día,” dijo Bryan, “me parece que cada día se hace más difícil llevar una vida de oración contemplativa.”
De izquierda a derecha: Grupo de cursillistas; las primeras Fraternidades Jesús de Nazaret, compartiendo en Los Sures, Brooklyn, NY y de retiro en Briarcliff Manor, NY, 1960s. Cortesía de la Iglesia Transfiguración
Seeds of the Desert: The Legacy of Charles de Foucauld [La Herencia Espiritual del Beato Charles de Foucauld] (dir. Fiorella De Ferrari, 1997).
Tabor - 1969
Para profundizar la espiritualidad de la vida en Fraternidad, Bryan vio la necesidad de comprar un lugar para poder tener retiros en los fines de semana–donde, con la ayuda de una atmósfera de belleza y paz de la naturaleza, las personas puedan crecer en su potencial para seguir a Jesús. Y de esta manera, en 1969 se formó Tabor, un lugar de retiro cerca de la Reserva del Parque Estatal Rockefeller en Nueva York.
Dos años después, en 1971, Bryan se convirtió oficialmente en párroco de la Transfiguración–aunque él realmente había sido por muchos años “El Buen Pastor” de una gran multitud de fieles.
La Cooperativa - 1982
Debido a que los hispanos seguían llegando con muchas necesidades económicas, Bryan tuvo la idea de establecer una “cooperativa” financiera, la cual pertenecía a la gente en sí, donde ellos serían verdaderos accionistas. Desde 1982 y aún hasta la actualidad, La Cooperativa (Transfiguración Parish Federal Credit Union) ha servido a las necesidades de nuestra comunidad.
Transfiguración Parish Federal Credit Union, Los Sures, Brooklyn, NY.
Casa Betsaida - 1995
Llegamos al 1995. Por muchos años, desde que la epidemia del SIDA comenzó a tomar vidas, Bryan tuvo la visión de establecer, en colaboración con Caridades Católicas, una residencia en la parroquia para la gente con casos avanzados de esta mortal enfermedad. Muchos eran botados de sus hogares por el miedo al contagio o por la vergüenza—pero Casa Betsaida los recibía para que tuvieran un final en paz. El hospicio lleva el nombre de la antigua aldea de Betsaida, cerca de donde se dice que Jesús le devolvió la vista a un ciego.
Entrada a Casa Betsaida en 267 Hewes Street, Brooklyn, NY; Tati, empleada en la cocina; capilla; una habitación; residenta Maraya Pérez de México, 2014. Fotos: Mary Reinholz / Bedford + Bowery
Seeds of the Desert: The Legacy of Charles de Foucauld [La Herencia Espiritual del Beato Charles de Foucauld] (dir. Fiorella De Ferrari, 1997).
Fraternidad en carne propia
Bryan fue muy afortunado en tener buena amistad con el obispo de la diócesis. En 1995, por ejemplo, los Hermanitos de la Palabra escribieron “Las Constituciones de los Hermanitos de la Palabra” y se las presentaron al obispo de Brooklyn, quien dio su bendición. Gracias a esa amistad, a él le conceden los permisos para que llevara a cabo la mayoría de sus proyectos.
El tiempo corre y las enfermedades llegan. En 1999–el mismo año en que la parroquia cumplíó siglo y medio–serias opiniones médicas aconsejaron que Bryan obtuviera un trasplante de riñón. Él fue muy afortunado en recibir este regalo de vida de Pascual Chico Pagán, unos de los feligreses. El trasplante fue un éxito y Bryan siguió en la lucha.
Pero ya en el 2005 se acercaba su etapa final. Por casi dos semanas, él estaba en silencio, “presente” para su gente, quienes lo visitaron en el hospital día y noche. Así como su fuerza física se alejó, ellos vinieron a traer fuerza y fidelidad a su abandono. Este fue su último retiro, su mejor homilía, y su última Eucaristía. Su gente fue alimentada hasta el final por su pastor.
En el 18 de octubre del 2005, Bryan dio su último respiro en este mundo y entró en el gozo eterno de vivir en la “realidad” de Jesús, su Padre y Espíritu.
Así termina la vida de ese gran hombre que, como Carlos De Foucauld, quiso morir en medio de sus Fraternidades y su comunidad.
Pascual Chico Pagán, feligrés que le donó un riñón a Bryan, en el documental Seeds of the Desert (1997). Cortesía de Little Brothers of the Gospel/Little Sisters of Jesus [Hermanos del Evangelio/Hermanitas de Jesús]
“Ahora digo que mi sangre es hispana. Tengo un riñón puertorriqueño,” dijo el P. Bryan en el National Catholic Reporter en 2000. “Ese es el resultado del reino de Dios moviéndose entre nosotros. Es puro regalo”. Cortesía de la Iglesia Transfiguración
Antes de que sucediera todo ésto, el obispo había enviado unos meses antes al Monseñor Antonio Hernández, que él se haría cargo de la parroquia. Gracias a Dios que nos permitió continuar con el legado y con la ayuda de la difunta Hermana Peggy Walsh, quien quedó al frente de las Fraternidades, junto a la difunta Hermana Mary Anne Marcellus Ricioppio.
Recientemente nos cambiaron al Mons. Hernández y ahora está el Padre Jeremías Castillo, y como encargada de las Fraternidades, Gregoria De la Cruz.
Centro: Las Hnas. Mary Anne Marcellus (izq.) y Peggy Walsh, líderes de las Fraternidades Jesús de Nazaret, de retiro en Tabor, Briarcliff Manor, NY. Las esquinas cerca de la Iglesia Transfiguración en Brooklyn, NY llevan los nombres del P. Bryan Karvelis (av. Marcy) y la Hna. Mary Marcellus (c. Hooper), y de la Hna. Peggy Walsh (av. Marcy y c. Hewes).
Mons. Antonio Hernández en misa, Iglesia Transfiguración, Brooklyn, NY, 2013. Foto: Alberto Reyes / Bedford+Bowery
P. Jeremías Castillo (izq.) y Alejandro Enríquez, miembro de Fraternidad. Cortesía de Alejandro Enríquez
Gregoria De la Cruz, Encargada de las Fraternidades Jesús de Nazaret, Iglesia Transfiguración. Foto: Gregoria De la Cruz
Vida cotidiana de las Fraternidades en la parroquia
Actualmente, tenemos nueve Fraternidades; algunas tienen 14 hermanos, otras 12, 10; la más pobre tiene 9. Y para mantener el Espíritu vivo en las Fraternidades, tenemos 2 retiros por año en Tabor.
En mi Fraternidad somos 12 hermanos, pero algunas veces nos reunimos 8 o 9–pero no pasa nada, como decía nuestro fundador. Muchos son los llamados y pocos los escogidos, o también decía, Este llamado no es para todos.
Las Fraternidades se reúnen una vez por semana, en diferentes días. Algunos hacen su reunión de Fraternidad en la noche, otros en la mañana. En la Fraternidad que dirijo, por ejemplo, nos reunimos los viernes, y el primer viernes de cada mes tenemos una hora de adoración al Santísimo. Nosotros empezamos a las 7 de la noche y terminamos a las 9 pm. Llegamos 20 minutos antes para socializarnos, compartimos una taza de café y lo que se lleva para compartir, y a las 7 en punto damos inicio a nuestra reunión de Fraternidad.
Responsables de tres Fraternidades, reunidos en el Encuentro Continental Fraternidad Secular San Carlos de Foucauld 2023, Medellín, Colombia (izq. a derecha): Violeta Cruz; Olinda Gallego, Alejandro y Petra Enríquez; Israel e Isabel Rosario. Fotos: Alejandro Enríquez
Cada viernes se le da la oportunidad a los hermanos y hermanas de dirigir la Fraternidad. Siempre es el mismo seguimiento: iniciamos, invocando con la oración al Espíritu Santo, seguido por un “Padre nuestro” y un “Dios te salve María.” La persona que le toca dirigir la Fraternidad hace su petición y después nosotros le seguimos. Después que hemos hecho nuestras peticiones, la persona encargada hace su Revisión de Vida, basada en su vida personal; si no tiene nada que decir, pues puede compartir cómo se siente en la Fraternidad y cómo la ha ayudado. Después le preguntamos si desea escuchar un consejo o si solo quiere compartir.
La Revisión de Vida es el corazón de la Fraternidad–viene siendo como una confesión. Constantemente estamos recalcando que lo que se escucha en la Revisión de Vida ahí se queda, no debe salir de ahí.
Después se lee la segunda lectura, seguida por una canción, y después El Santo Evangelio del domingo próximo. Después la persona que dirige la Fraternidad da su reflexión, basada en la segunda lectura y en el Evangelio. Después cada uno de los hermanos da su reflexión–ésto nos ayuda grandemente.
Fraternidades Jesús de Nazaret. Cortesía de la Iglesia Transfiguración, Juan Yzuel y Alejandro Enríquez
Para cuando vamos a la Misa del domingo, ya tenemos conocimiento de las lecturas y del Evangelio–en otras palabras, no estamos perdidos. Finalmente, la persona que dirige hace una oración final, y terminamos con “La oración del abandono.” Nos damos la paz y, por último, tomamos café, y a comer algo de lo que nos quedó.
Pero en nuestras Fraternidades también tenemos desafíos. La pandemia nos dejó flojos. Algunos murieron; a otros les dió el covid; y otros estaban asustados y tenían miedo de reunirse. Durante la pandemia, no nos reunimos ni en las casas ni en la iglesia. Pero lo hacíamos por teléfono o por Zoom. Eso nos ayudó grandemente a mantenernos unidos como hermanos de Fraternidad–como una mini-Iglesia.
En nuestra Fraternidad, tenemos 2 hermanos que ya no asisten debido a su edad–82 años–y sus hijos no quieren que asistan debido a problemas de enfermedad. Y así están las demás Fraternidades, con gente mayor, gente que se comprometieron a vivir el Evangelio con sus vidas. Algunos tienen viviendo este estilo de vida por 50, 40, 30, 20 años.
En el caso mío, llevo viviendo este estilo de vida por 43 años–y en la misma Fraternidad. La Fraternidad es nuestra segunda familia–tanto así, que cuando nos casamos, la Fraternidad nos ayudó en todo lo necesario en preparar la comida y servirla.
Otro de los desafíos es que, en los últimos años, han estado llegando caravanas de inmigrantes que se organizan, y en el camino se les junta gente de diferentes países. Como vimos en los 80, Eestos hermanos están llegando a Nueva York y a la comunidad en gran cantidad. Y llegan con necesidades–de comida y techo–y las Fraternidades, junto con la comunidad, tratamos de compartir con ellos lo poco que hemos recibido.
Dios ha sido tán generoso que nos regaló esta familia. Es por eso que nosotros, todos los que pertenecemos a la parroquia, nos llamamos La Gran Familia de la Transfiguración. Y lo somos. Incluso, hace algunos años, un hermano español llamado Juan Yzuel, escolapio de visita en ese entonces, escribió una canción que lleva por título “Somos La Gran Familia de la Transfiguración.”
Es por eso que muchos hermanos nos sentimos comprometidos a seguir viviendo este legado–aunque no ha sido fácil. Pero, como decía nuestro fundador, el Padre Brayn Karvelis:
Adonde quiera que vayas, la vida es dura.
Conclusión
Documento elaborado por Alejandro Enríquez que resume la misión de las Fraternidades Jesús de Nazaret. La página de la derecha incluye la “Oración del abandono” de Carlos de Foucauld bajo su última foto en vida (ca. 1914-15) y la doxología final de la misa bajo una foto del Padre Bryan Karvelis consagrando la Eucaristía (cortesía de la Iglesia Transfiguración).
Desde la izquierda: estandarte de la iglesia, collage a la entrada de la capilla, y mural pintado por jóvenes en el jardín exterior de la capilla. Cortesía de la Iglesia Transfiguración
HIMNO DE LA TRANSFIGURACIÓN
Compuesto por Juan Yzuel, 1987
Venimos de muchos sitios
y juntos aquí llegamos
para seguir en la lucha,
paso a paso, como hermanos.
Somos la gran familia
de la Transfiguración.
Juntos hacemos camino
tras las huellas del Señor.
Dejamos nuestros países
buscando trabajo y paz.
Y hemos echado raíces
en la fe y en la hermandad.
Dicen que las fronteras
deben estar cerradas.
¡Con corazón sin barreras
romperemos la alambrada!
Queremos ser signos vivos
en medio de Nueva York
de que la plena alegría
es vivir brindando amor.
En medio del sufrimiento
que crea la gran ciudad,
somos testigos del Reino
en servicio a los demás.